La unión de recursos y esfuerzos dentro del sector privado puede impulsar el crecimiento económico de forma más eficiente, incluyente, sostenible y justa.

COVID-19 impuso de la noche a la mañana un protocolo universal, el mismo para todos. Con el correr de los meses, debajo del manto de igualdad con el que cada uno de nosotros se adaptó a operar desde el lugar que nos toca, aparecieron enormes diferencias. Rápidamente vimos quiénes tienen y quiénes no tienen acceso a la tecnología que requiere el poder de trabajar, relacionarse y comprar online. Ahora más que nunca, está claro que estamos en camino hacia un futuro cada vez más conectado al internet, ¿qué tipo de vida tendrán aquéllos que están excluidos financieramente? Quizás tendremos el “Internet de Todo”, pero no la “Inclusión de Todos”.

Sabemos que la inclusión financiera nos beneficia a todos, pero para algunos todavía representa un desafío. Porque no todas las personas, ni todas las familias, ni todas las pequeñas empresas o emprendedores tienen acceso a ellos o saben cómo usarlos. De hecho, la inclusión financiera es un tema que requiere llegar un paso más allá de simplemente entregarles tarjetas plásticas a aquellas personas en condiciones vulnerables. Sabemos que los productos bien diseñados, y con alta relevancia en las vidas de las personas pueden generar altos niveles de uso, pero no alcanza con esto solo. Un informe publicado por la organización Accion, nuestro aliado, sugiere que los productos que hacen la verdadera diferencia son aquellos que fueron pensados para promover la salud financiera -que no es otra cosa que la estabilidad financiera-, la resiliencia, y el igual acceso a las oportunidades.

Reconociendo el poder colectivo del sector privado dentro de la inclusión financiera, hoy anunciamos la unión de líderes en los servicios financieros y tecnología bajo el “Tech for Good Partnership”, un acuerdo del sector privado sin precedentes cuyo fin es acelerar la inclusión digital y financiera en la región de Latinoamérica. Los socios incluyen bancos: Bancolombia, Banco Galicia, Citibanamex; y FinTechs: Mercado Libre y PayPal. La región de America Latina y el caribe tiene un reto muy grande por delante y el ‘Tech for Good Partnership’ brindara soluciones utilizando sus recursos, activos y experiencia para priorizar los esfuerzos de inclusión digital y financiera a raíz del COVID-19.

Para Mastercard, la inclusión financiera siempre ha sido una responsabilidad compartida, a través de países, sectores e industrias. Avanzar la inclusión financiera no es algo que se puede hacer; es algo que se tiene que hacer. En todo el mundo, todavía hay 3 mil millones de personas fuera de la economía formal. Son quienes usan el efectivo a la hora de gestionar arreglos de casa, o ahorrar para futuras eventualidades, o para pagar la universidad de sus hijos, por ejemplo. 80% de las transacciones comerciales que se concretan en Latinoamérica y el Caribe se hacen vía el efectivo porque muchas de esas personas no tienen todavía una cuenta bancaria.

Conocemos la importancia de la inclusión financiera y es la gran habilitadora de 8 de los 17 objetivos de desarrollo sostenible propuestos por la ONU para 2030. En lo puramente operativo, implica el acceso a los servicios financieros formales para todos, independientemente de su poder adquisitivo o del lugar donde se encuentren. Pero, en sus implicancias más hondas, contribuye a erradicar la pobreza, a garantizar salud y alimentos para todos, a terminar con la desigualdad, a promover el empleo y la industria, y es garantía de independencia, entre otras metas importantes para la mujer emprendedora. 

En Mastercard estamos convencidos de que sólo podremos progresar como empresa si prosperan también las economías locales y las personas. Doing Well by Doing Good (“Hacer el bien haciéndolo bien”) no es un slogan vacío sino una auténtica filosofía de negocio; y alianzas como el Tech for Good Partnership representa un compromiso poderoso que nos tendrá unidos en el mismo camino de recuperación post-pandemia.